viernes, 8 de enero de 2010

un articulo sobre educacion en el esfuerzo.

Autor: Julio de la Vega-Hazas Ramírez | Fuente: Familia y educación
Aprender a esforzarse
Promover el esfuerzo como elemento de progreso en el sistema escolar.

Aprender a esforzarse
Aprender a esforzarse



Quien haya tenido la desagradable experiencia de sufrir una rotura en una extremidad, y la posterior escayola, probablemente se llevó una sorpresa en el momento de quitársela. Conforme avanzaba el periodo de inmovilización, notaría una mayor holgura en la escayola, que atribuiría a un reblandecimiento del yeso. Pero no, el susto se produce al ver que es el brazo o la pierna los que han reducido sensiblemente su tamaño, y se agranda la diferencia al compararlo con el miembro sano.

La Rehabilitación

Después sigue la pesadez de la rehabilitación: recuperar plenamente la extremidad cuesta tiempo –más que el periodo de inmovilización por lo general- y, sobre todo, esfuerzo paciente. Lo que esto pone en evidencia es que el cuerpo humano precisa del esfuerzo continuo; de lo contrario, se atrofia. En la medida en que hemos conseguido un estilo de vida físicamente más cómodo, en el que la máquina nos ahorra el esfuerzo, también han aparecido problemas como la obesidad, el debilitamiento generalizado...

El esfuerzo físico ha tenido que ser redescubierto, en forma de deporte o gimnasia, que se está adaptando a todas las edades. Lo que antes era una servidumbre de la que merecía la pena liberarse, ahora se transforma en un paradigma de salud. Ya nadie discute que una vida sana pide ejercicio físico, esfuerzo. La vida humana, en su dimensión física, necesita del esfuerzo para mantener su capacidad y su salud.

“La escuela lúdica”

El problema, ahora, es entender si sucede lo mismo con la dimensión psíquica y espiritual de ese mismo ser humano. Una primera respuesta nos la proporciona la educación. Un informe del año 2004 del Senado sobre la enseñanza de las llamadas “ciencias”, afirmaba que “uno de los efectos nocivos del sistema ha sido la pérdida de los valores tradicionales del aprendizaje, de los cuales el más destacado es el esfuerzo personal. Sin esfuerzo personal no hay aprendizaje posible”. Y reconocía que ese esfuerzo, y la voluntad que requiere, resulta “poco compatible con el concepto de «escuela lúdica» o cultura del entretenimiento”. En consecuencia, una de las conclusiones consistía en “promover el esfuerzo como elemento de progreso en el sistema escolar”. O sea, que, hoy por hoy, lo progresista es intentar suprimir el esfuerzo –de ahí que se proponga dar la vuelta a eso-, y convertir la enseñanza en algo entretenido, en un juego. No es el nivel académico lo que se pone aquí en juego, sino algo más profundo, procedente de una ideología. Se trata de pensar que la técnica –aquí, la pedagógica- puede proporcionar los medios para superar esa limitación humana que precisa del esfuerzo para aprender. Con pocos alumnos por aula, la sustitución del estudio puro y duro por el trabajo entretenido y las fichas multicolores, y la puesta en juego de toda una parafernalia de pantallas y efectos audiovisuales, se cree encontrar la panacea para un aprendizaje sin esfuerzo. Y no se limita esta creencia –eso es en realidad- a los niños. Para los mayores, hace pocos años, ante la urgencia de aprender inglés, se ofrecían continuamente los servicios de unas milagrosas academias que, con las últimas técnicas y un caro tutorial system, prometían un inglés fluido en siete u ocho meses, y anunciaban que todo eso se iba a conseguir “sin esfuerzo” e incluso “sin estudiar”. Unos años después de toda esta experimentación, comienzan a verse los resultados. Hemos caído a la cola en el rendimiento escolar europeo y, lo que es todavía más significativo, se aprecia –y se documenta- precisamente el efecto contrario de lo que todas esas técnicas pretendidamente aportaban: una creciente apatía en el alumnado.

Con los mayores, se constata que el estudio de un idioma –o de cualquier otra cosa- es necesariamente arduo, y que, si bien se puede facilitar ese esfuerzo, no hay atajos que permitan suprimirlo. En cuanto a las academias, varias han quebrado, y las que han conseguido sobrevivir se presentan con una publicidad bastante menos pretenciosa.

La forma y las facultades

Todo esto, referido a la enseñanza, se puede trasladar a la educación y formación, un concepto bastante más amplio que el de enseñanza. Y aquí se puede constatar fácilmente que, en el desarrollo de las facultades superiores humanas –y en particular la voluntad-, sucede algo muy semejante al desarrollo corporal. No bastan las puras facultades naturales. Se deben utilizar adecuadamente, y por tanto complementarlas con la adquisición de hábitos. Aquí radica la quintaesencia de la educación. Es formación, porque son los hábitos adquiridos lo que da “forma” a las facultades naturales en su ejercicio. Hasta aquí casi todo el mundo está de acuerdo. La necesidad de hábitos es demasiado evidente como para que cualquier agente educativo se permita el lujo de ignorarla. El problema está en cómo se adquieren.

Pedagogía progresista

La pedagogía autoproclamada “progresista” sigue las ideas de su principal teórico, el norteamericano John Dewey. Para éste, los hábitos adquiridos “son funciones del entorno tan ciertamente como de la persona. Son cosas realizadas por el ambiente a través de estructuras orgánicas o disposiciones adquiridas”. O sea, tenemos algo dado –el individuo con sus estructuras y sus disposiciones-, y algo sobre lo que se puede trabajar: el ambiente. De aquí han surgido todo tipo de planes de estudio y aprendizaje que buscan sobre todo crear un ambiente favorable, y centran la tarea docente en lograrlo, con la esperanza de que despertará esas disposiciones que el alumno ya tiene, y suscitará consiguientemente esos deseados hábitos. En los textos de primaria, el énfasis venía puesto, más que en transmitir contenidos, en motivar unas disposiciones de aprendizaje. No han faltado ni siquiera textos de catequesis con este planteamiento. El gran ausente en todo este modo de ver las cosas es el esfuerzo, al menos en el educando. Y los resultados, como cabría esperar, están siendo decepcionantes. No funciona, a pesar de que se insiste una y otra vez en repetirlo, confiando en nuevas técnicas para que dé los frutos esperados.

“La tradicional” y “el valor”

La pedagogía que podríamos calificar de más “tradicional” tampoco se ha librado del todo de este olvido del esfuerzo, aunque haya sido de modo más inadvertido. Con frecuencia se ha centrado en la noción de “valor” –originario del alemán Max Scheler-, que ha eclipsado de hecho la noción de virtud. En sí, el valor es una idea muy válida: el hombre está llamado a encarnar valores morales. Pero, en comparación con la virtud, no pone de manifiesto el esfuerzo necesario para lograr el resultado buscado. En efecto, desde el punto de vista del que se educa, el ambiente le viene dado por otros, las aptitudes se tienen, los valores se reconocen, pero la virtud se conquista.

La virtud

Uno puede descubrir en sí mismo aptitudes, y una buena labor educativa ayuda a descubrirlas. Puede asimismo buscar un buen ambiente –la elección de colegio es importante-. Tiene también una inclinación natural a reconocer los valores. Pero el núcleo de la educación lleva a adquirir precisamente lo que la naturaleza no da de entrada, y debe lograrse por tanto con esfuerzo personal, con fuerza de voluntad. Es la virtud, cuya etimología ya dice algo a este respecto: viene de vis, fuerza. Los alumnos de los colegios siempre se han quejado de tener que hacer esfuerzos inútiles. Hace medio siglo decían que para qué tenían que aprender latín si luego no lo iban a hablar nunca, o para qué tenían que saber la lista de afluentes del Duero si tenían en su casa una enciclopedia con mapas que podían consultar en caso de que lo necesitaran. Ahora el argumento sigue siendo el mismo aunque cambien los ejemplos: para qué aprender a hacer raíces cuadradas si tienen calculadora en su móvil o en su palm, o saber qué hizo Napoleón si tienen a mano en internet todas las páginas que quieran en caso de que necesiten saberlo.

aprender a esforzarse

Pero, aparte del interés que tiene la posesión de una buena cultura general, lo que no suelen tener en cuenta –sólo bastante más tarde lo reconocen- es que, más importante que lo que puedan aprender con su esfuerzo, es aprender a esforzarse, en un crescendo progresivo que les va preparando para su futuro desenvolvimiento tanto en el mundo profesional como en la vida en general. Eso es además lo que más queda: con el tiempo, se olvidan fácilmente las listas de ríos o de reyes godos, o el uso de logaritmos, pero queda ese hábito de acometer lo arduo: las virtudes del trabajo. Lo mismo se puede hacer extensivo a virtudes de otro tipo, si la educación ha sido completa y no polarizada solamente en el trabajo.

El progreso auténtico

Entonces, ¿intentar ahorrar esfuerzos es malo? La pregunta es un poco equívoca, y la respuesta debe ser un poco compleja. No se trata, desde luego, de descalificar el progreso que ha permitido tantos logros reduciendo los esfuerzos para conseguirlos. Lo arduo, en sí mismo, no es un bien; el bien está en lo que el hombre puede conseguir afrontando una tarea ardua. Por eso, es un progreso auténtico el que podamos ahorrar esfuerzos en una labor determinada. Pero, a la vez, esas energías ahorradas se deben emplear en otra cosa, pues de lo contrario ese progreso material daría paso a una verdadera decadencia humana, a una atrofia de su virtud. En lo físico, ya no hará falta en muchos casos estar agachándose de sol a sol para la recolección. Pero la falta absoluta de esfuerzo físico atrofia, por lo que se hace necesario otro tipo de ejercicio –deporte, gimnasia, etc.-, que cuando es el adecuado resulta más equilibrado y desde luego más satisfactorio que el anterior. Es por tanto un auténtico progreso.

Perder el miedo al esfuerzo

Por tanto, es buena cosa procurar evitar esfuerzos concretos, permitiendo así que las energías humanas ahorradas se empleen en un mayor enriquecimiento de la persona, al permitirle otras dedicaciones, a la vez que reparte el esfuerzo de una manera más equilibrada y más humana. Pero la pretensión de diseñar una sociedad en la que el objetivo sea ahorrar al hombre todo esfuerzo va más allá de intentar lograr una sociedad cómoda: su meta final, aunque no se quiera así, es una sociedad decadente donde sus habitantes se atrofian y no son felices, porque verse con poca voluntad causa una profunda insatisfacción. La Historia proporciona algunos ejemplos para aprender de ellos. Si seguimos empeñándonos en una educación que ahorre todo esfuerzo a los jóvenes, y en conseguir un ideal ético en donde el esfuerzo –y con ella, la virtud- esté ausente, la historia se repetirá, con su doloroso final. De ahí que sea urgente volver a valorar el ideal de la virtud, y perder el miedo al esfuerzo.

jueves, 2 de octubre de 2008

I. CURSO CRECER EN FAMILIA desde ADELFA



Queridos amigos que visitáis este blog,
lo ideal sería poder hacer talleres sobre relaciones familiares, donde además participaran padres , madres e hijos.
Este es nuestro proyecto, pero mientras lo conseguimos, os dejamos aquí uno de los cursos que se han hecho en internet.
Seguimos esperando lanzar nuestro propio taller online.
Os invitamos de todas formas a leerlo pausadamente y en compañia de tu pareja,
puedes enviarloa tus amigos.
un saludo. el administrador de LOS BLOGSS ADELFA

miércoles, 1 de octubre de 2008

1.- LA FAMILIA CELULA VITAL DEFENSORA DE VALORES HUMANOS

Texto inicial

Texto secundario

Vivimos en una sociedad que corre el peligro de ser cada vez más despersonalizada y masificada por la aplanadora de las modas ideológicas y culturales, por la vida urbana que tiende a hacer la existencia de las personas inhumanas y deshumanizadora...” comenta Monseñor Norberto Rivera en su carta a las familias.
Cómo luchar contra esto, si no es desde el núcleo de las familias, pues es ahí donde el hombre descubre su verdadera identidad como persona, el verdadero sentido de su vida, que no se agota en la obtención de dinero, éxito, poder u otro tipo de satisfactores. El hombre parece que ha dejado de ser una persona, para ser un eslabón más de las cadenas de producción, un objeto y no un sujeto individual con una dignidad personal, con afectividad; en definitiva, un ser humano único e irrepetible. Y es en el núcleo familiar donde la persona lo es en sí misma y no es un número más de las estadísticas; es alguien, no algo.
Todo esto nos habla de uno de los aspectos fundamentales de la verdad de la familia, que es su dimensión social. La familia nos hace ver que cada uno de nosotros no está llamado a realizarse en solitario, somos cada uno constructor responsable de la sociedad. Una sociedad que destruye a sus familias se destruye a sí misma y, ¿qué pasa hoy, en nuestra sociedad, cuando se presenta a los padres como seres fuera de moda, por los que incluso se siente compasión y no respeto, cuando no existe una formación del carácter, en la madurez y en la voluntad, cuando llenamos a nuestro hijos de recompensas inmediatas y satisfactores materiales, cuando les queremos dar todo y no lo esencial?
¿Qué pasa en una sociedad cuando el tener y el hacer son más importantes que el ser, cuando vivimos para las cosas y para el hedonismo, cuando la bolsa de Louis Vouitton azul pastel, la más reciente agenda electrónica, el nuevo Bulgari, el último video juego o la colección completa de muñecos de figuras y Hello Kitty son lo “más importante”?
Una consecuencia inmediata de la pérdida de los valores, se nota en la pérdida de la felicidad.
Las familias contentas, que gracias a Dios vemos hoy en día, no son mayoría. ¿Cuántas veces vemos que los hijos ya no son más, una bendición para sus padres, sino un obstáculo para su propia realización, para el conseguir, el alcanzar y no consiguen esa felicidad que solo proviene de poner nuestro corazón en un proyecto de vida superior?
No quiero pensar que sea una educación de mala voluntad o de falta de empeño, sino quizá es inadecuada. ¿Qué le falta? Nos falta ser profesionales.
Todos tenemos una clara idea de lo que queremos para educar a nuestros hijos en valores, pero ¿cómo lo estamos llevando a la práctica?
¿Cuántas veces nuestros valores interiores no encuentran correspondencia en nuestra actitud diaria, en nuestro comportamiento? Qué importante es entonces, ser y hacer lo que pensamos, ser profesionales en nuestra tarea de educar. Profesionalismo que no implica tomar 60 “cursitos” de valores y tener 60 diplomas colgados en nuestro hogar sin que nuestra esencia personal cambie para hacer de estas enseñanzas algo nuestro, un modo de vida del ser, del actuar, del dar. ¡Cuánto mejor sería llenar los 60 minutos de cada hora con amor, con generosidad, con alegría, con todo nuestro corazón puesto en ello! Pero además, con madurez como pareja formada, pues nadie puede dar lo que no tiene, es decir, no es una tarea de improvisación.
No podemos detenernos en el camino, ¡hay que llegar al final, pues el que no avanza, retrocede! Qué importante es el estar preparados con sólidas conocimientos en las áreas que afectan directamente a la familia, en la seriedad del ejercicio profesional, pero sobretodo, conscientes de que nuestro ejemplo de vida, nuestro testimonio y nuestro interés sincero por la familia, serán los instrumentos más valiosos para crear y promover dentro de la sociedad, actitudes y comportamientos positivos que preserven, defiendan, divulguen y enriquezcan la unidad y los valores sobre los que se asienta la familia.
Vivimos en una sociedad de “soluciones light”, pues basta comprar una serie de libros para resolver cualquier problema que se nos presente: “ Cómo conquistar la felicidad perfecta a través del ejercicio sincrónico de la diatrocidad del yoga” o “ El poder de alcanzar su autorrealización en solo diez pasos” o “ El Feng shui: convierta su hogar a través de la armonía energética”.
Por otro lado, la cultura en la que estamos inmersos, va forjando la personalidad del hombre y la mujer, haciéndolos particularmente débiles para construir un hogar. Un hogar en el que se vivan y enseñen valores personales y sociales.
El corazón del hombre se va haciendo más individualista, más incapaz de renunciar a sí mismo por el otro, menos dispuesto a compartir y finalmente, más sólo. Cuántos padres de familia trabajan para dar a su familia lo mejor, ¡“lo mejor”!: unas horas el fin de semana después de su torneo de golf y en el mejor de los casos, un momentito por las noches, sin involucrarse en la tarea de educar, en el diálogo, con sus hijos y su esposa.
Cuántas mujeres buscan hoy día la realización personal, únicamente en el gimnasio o en una vida social tan activa, que pueda llenar la agenda de toda la semana.
Para cuántos de nuestros hijos, es más importante cultivar la popularidad teniendo la primicia de los objetos de moda o de la fiesta más espectacular, sin buscar la amistad sincera.
Qué tremendo el ver cómo viven en soledad absoluta familias “bien avenidas”.
¿Por qué hoy se dan tantos casos de depresión, incluso en niños?
Los niños abandonados no están todos en las calles, también lo están en sus propios hogares. Muchas parejas eligen a su compañero basadas en criterios tremendamente superficiales, incapaces de sostener el embate cotidiano que surge de la vida en común.
Las consecuencias de esto acaban siendo, no sólo el fracaso matrimonial y, por consiguiente, la herida en la vida de los esposos y de los hijos, sino además, la existencia de familias “técnicamente tradicionales” que pueden vivir juntos pero en las cuales se vive un tremendo egoísmo y una gran desviación de las prioridades educativas y formativas.
Es por ello que se presenta esta propuesta como un taller práctico, en el que la aportación de cada uno como pareja ocupada de la formación familiar integral, tendrá gran valor. Es un gran compromiso para parejas como ustedes que realmente se preocupan por lo esencial, esa consciencia del educar: crecer en lo que son y trasmitir lo que tienen a los demás.
No pretendemos rollos interminables, sino hablar con el corazón y desde el corazón. De qué sirven todos los argumentos de origen intelectual, sino salimos de aquí planteándonos las preguntas ¿qué vamos a hacer, desde hoy, por esos niños que Dios deposita con total y absoluta confianza en nuestras manos? Y, ¿cómo lograr esa unión y ese crecimiento de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestro colegio, de nuestra sociedad? Esperamos tus comentarios

martes, 30 de septiembre de 2008

2.- APRENDER A DARSE-

En la introducción, partimos de la importancia de la familia como célula vital de la sociedad. Y la familia es una comunidad de amor, pues es éste el motor vital de la misma.
El amor, no en un sentido poético, sino en una función unitiva y dinámica entre seres humanos. Si hay algo que pueda explicar las acciones del hombre, su unión con otras personas, y por consiguiente, todo el ciclo familiar que se inicia desde el matrimonio, ese algo es el amor.
El amor es el principio y fuente creadora, porque el hombre fue creado por amor y para el amor. Todas las manifestaciones del ser humano hacen patente esta tendencia: el amor es lo que identifica a la persona, la capacidad de amar es exclusiva del ser humano.
El vínculo entre las personas debe ser el amor, el principio interior, la fuerza permanente y la meta última para vivir, crecer y perfeccionarse.
Esta podría parecer una postura ideal o muy utópica en los convulsionados tiempos en los que vivimos; sin embargo es muy importante recordar también que aunque el amor es el motor que impulsa la unión del hombre y la mujer en el matrimonio, y por ende, el nacimiento de una familia, es la voluntad, el mutuo consentimiento del varón y mujer, sobre lo que se funda el matrimonio, estableciendo un vínculo.
Para realmente amar hay que conocer qué es el amor. En tanto descubramos su profundidad, creceremos más en la capacidad de amar.
EL AMOR ES LA DINAMICA ESENCIAL DEL SER HUMANO.
Es dinámica, pues abarca diferentes etapas, se expresa en todos los ámbitos de la personalidad humana y a lo largo de toda nuestra vida.
Es esencial, pues constituye el principio, la idea por la cual el hombre fue creado y el fin para el cual existe. Esta será la actividad del hombre por toda la eternidad (“Ahora están presentes la fe y la esperanza, pero al final sólo existirá el amor”).
El amor es la única razón que justifica la existencia de todos y cada uno. El universo entero se creó por amor. El amor es el acto supremo de la libertad, la actividad reciamente humana por la que una persona elige y realiza el bien del otro.
REQUISITOS PARA EL AMOR AUTENTICO:
1. Querer amar, como un acto de voluntad humana. No por conveniencia o porque me gusta, me apetece o me interesa.
2. Buscar el bien de la otra persona, lo que la hace feliz y la perfecciona. Buscar el bien del otro precisamente en cuanto al otro, no por mí, sino desde mí para el otro, tal cómo es.
ELEMENTOS QUE SE DAN EN EL AMOR:
a) Corroborar en el ser. Es el principio de todo amor de amistad, del amor verdadero. El amor tiene la virtud de “hacer real” a la persona que amamos, no nos es indiferente, nos importa por encima de todas las cosas; es más, su realidad llega a ser nuestra propia realidad. (“Deseo con todas las fuerzas de mi alma que existas”. “¡Qué maravilla que hayas sido creado!”).
b) Deseo de plenitud. El amor no sólo aspira a que el ser querido viva, sino que viva bien, que llegue a su plenitud, que alcance su perfección, lo cual corresponde exactamente a uno de los fines del amor conyugal. ¡Qué compromiso tan grande, como pareja, el lograrlo!
Únicamente el amor nos hace capaces de penetrar en una persona, admirar la grandeza y los matices que encierra, y potenciarlos por el amor.
¿No es esto lo que hacemos con ese bebé que se nos da en el hospital, incluso desde que sabemos que viene en camino?
Qué bueno sería pensar lo mismo para nuestra pareja, anticipando un proyecto de perfeccionarnos para todo lo espléndido que podemos llegar a ser. (“No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser, junto a ti, todo lo que soy “, es decir, “ te quiero por lo que eres y por lo que llegarás a ser”).
Esto incluye amarlo con sus defectos, poniendo los medios para que las imperfecciones vayan siendo superadas. Amar significa admiración, crecimiento para no decepcionar las esperanzas que otro puso en mí, desde su amor. ¿Cómo? Saliendo de mi propio apego, sin absorber al otro, evitando dominar.
c) Entrega. Es la culminación del amor; el que verdaderamente ama se da en la donación total de sí mismo con y desde nuestro propio ser. Esto implica superar nuestros propios instintos y conquistar así la propia plenitud como persona.
El hombre es la única criatura que Dios ha amado por sí misma y no puede encontrar su propia plenitud sino en la entrega de sí mismo a los demás. El egoísta es incapaz de amar.
La madurez afectiva amplía la capacidad de amar, de salir del “vivir para mí” y alcanzar un “vivir para ti”. Dicho de otra manera, “la primacía de ti, no para mí, sino en cuanto a ti”. (“Cuando te conocí, se realizó un proceso intelectual de fuera, hacia dentro de mí. Hoy te amo y ese amor sale de dentro”).
LA RECIPROCIDAD EN EL AMOR
Lo primero que siente quien ama que es la aprobación de sí mismo. Sabe que es alguien que tiene una misión insustituible y lo mismo pasa con el que se sabe querido, ya que comprueba que existe, que su existencia no es vana. (“Tu me haces ser, te necesito para ser yo”). Requerimos de las personas para que refrenden nuestra existencia.
Al sentirme amado, soy capaz de dar vida a mis capacidades. Empujado por el amor del que me quiere, lograré ser quien soy. (“Por esto te quiero y necesito ser amado”).
En este instante entra en juego la libertad para corresponder o no al amor, y aceptar las exigencias de sentirse querido.
FORO: publica tu comentario sobre este tema, solo responde a esta pregunta:
¿Te habías parado a pensar alguna vez, que el amor que te unio a tu pareja, tenía todas estas connotaciones?

lunes, 29 de septiembre de 2008

3.- LA FUERZA UNITIVA DEL AMOR

FUERZA UNITIVA DEL AMOR
El amor genuino lleva a la unidad con el ser querido, en todos los campos, físico afectivo y espiritual. Aún siendo completamente diferentes, somos complementarios. “Somos uno y busco tu bien como el mío; lo que te sucede me afecta, como si me hubiese ocurrido a mí”. Dos se funden en uno, conservando su propia identidad.
“Este es el síntoma supremo del amor: estar al lado del otro, en un contacto y proximidad profundos”. (Ortega y Gasset)

ESTABILIDAD AFECTIVA Y EMOCIONAL DE LA PAREJA
El amor afecta toda nuestra dinámica física, psíquica y espiritual. Es decir, compromete todo nuestro ser, cuerpo y alma. Analicemos, entonces dos puntos:
1. Cómo se constituye el amor en la pareja. 2. Qué fundamentos tenemos que trabajar.

1. Cómo se constituye el amor en la pareja.
Dice Paul E. Charbonneau en su libro “Curso de Preparación para el Matrimonio” que inicialmente una pareja se atrae, existe cierto interés y que por supuesto un sentimiento inicial por el otro, parte del querer al otro. Pero que existen muchos factores que van a formar parte del cimiento sobre el que se contruya esta pareja, de su estructura interior, factores inherentes a nuestra propia existencia tales como:

A) Dos Psicologías.
El matrimonio es la unión de estas dos psicologías. Hombres y mujeres tenemos dos maneras diferentes de sentir, de actuar, de reaccionar, pero además cada uno tiene su propio temperamento, su propio carácter. Armonizar las psicologías de ambos requiere de todo nuestro esfuerzo, nuestra atención para entender al otro, de nuestra empatía, pero además de una constante comunicación.

B) Dos Personalidades.
Mi carácter se refuerza con el tiempo, con la educación que recibí y con las circunstancias por las que pasa. Normalmente no existe un proyecto consciente de educación en el dominio de sentimientos, uso de la inteligencia o ejercicio de nuestra voluntad.

C) Dos Egoísmos.
Me caso para ser feliz o para hacerte feliz. Miremos un poco hacia atrás, los últimos cinco años antes de nuestro matrimonio en los que se da una progresiva independencia. Los hombres empiezan a trabajar, a no ser dependientes económicamente, a establecer sus propios horarios, rutinas, amistades y prioridades, y lo mismo pasa con las mujeres, su tiempo es menos restringido, sus horarios, sus amistades, ya no pide permiso, y en el mejor de los casos, avisa dónde estará; tiene cierta independencia económica, de gustos, elige su look personal, sin influencia de nadie.
En resumen empieza a ser independiente. Y qué sucede al casarnos: existe una restricción de horarios, de actividades, incluso de amistades o relaciones familiares. Es como un tráiler que va cuesta abajo a toda velocidad e intenta frenar, la inercia opone resistencia.

D) Dos Educaciones diferentes que conviven.
Si nuestra relación se basa exclusivamente en ese sentimiento inicial, de dos estructuras que coinciden, no va a resistir. ¿Por qué?
1. Puede empezar un proceso de enfrentamiento que nos lleva a tomar una distancia (Charbonneau, lo llama “el abismo disfrazado”); esta distancia nos lleva a una total divergencia, cada cual tiene su vida, sus gustos, sus propias actividades. Nos duele al principio, pero a todo nos acostumbramos, incluso le tomamos gusto.
2. La soledad compartida. Si las circunstancias de vida son divergentes, si de las 24 hrs. del día, pasamos de 12 a 15 horas solos, nos va a costar establecer una relación humana real con nuestra pareja.
El hombre por un lado está acostumbrado a tratar relaciones mercantiles, transaccionales, proyectando una relación más de “función” con la pareja, sin llegar a la esencia de la persona.
La mujer por su lado, vive en un mundo de niños, sus diálogos son en este sentido, con niños y en el mejor de los casos, con las amigas sobre niños y de algún otro tema poco trascendente. Su desarrollo mental en la etapa de crianza se encuentra en estado latente, frenado por sus propias circunstancias.
Cuántas veces tenemos la necesidad de hablar con adultos de lo que pasa en el mundo sin que ello aporte en muchas ocasiones oportunidades para un verdadero desarrollo personal. Se vuelve una relación marcada por la superficialidad. No hay un diálogo real, o la televisión suple este estar y platicar contigo.

2. Qué fundamentos tenemos que trabajar.
Vimos que la estructura personal y vital es complicada. ¿Cómo salir de ello? Nuestro compromiso debe ser real, libre, que genere esperanza, exigencia, sacrificio, alegría y finalmente paz y para ello hay que preguntarnos, ¿qué es entonces el amor? El amor va más allá de un “me gustas, siento lindo a tu lado, me atraes, te deseo”.
En mí debe existir la decisión de poner mi vida en tu vida para ser una sola cosa, sacrificando lo necesario.
El amor no necesariamente implica placer, que lo digan si no las mamás que despiertan 3 o 4 veces por la noche a dar de comer o cuidar a un hijo enfermo, no podemos hablar de que sea un gozo que nos produzca placer inmediato, sin embargo, lo hacemos por amor y a la larga este produce muchas satisfacciones.
Eso, aunado al tipo de “amor” que nos ofrecen lo medios, ya no digamos de felicidad cimentada en el placer, sino también en lo modelos físicos que se nos presentan, belleza física de él y ella que generan expectativas en el inconsciente, el músculo marcado, el pelo precioso, la figura perfecta, no son el amor.
Dónde esta entonces la base del amor, ¿qué significa el “te quiero”?
El amor es una decisión, es un acto de voluntad, lo que podemos llamar Ley de la Convergencia: para salvar el amor es necesario que la pareja se imponga por encima de las divergencias, que se vuelvan uno al otro, aceptar la unidad, rechazando el alejamiento. Porque cada momento de nuestra vida es una decisión.
Elegir es renunciar. Qué prefiero, clavarme en el trabajo o salir temprano para ver a mi familia. Salir con mis amigos o dedicarle esta noche a mi esposa. Llegar a ver la televisión o sentarnos a platicar.
El cómo estableces el amor, dónde y cómo lo manejas, éstas deberían ser las interrogantes que nos hiciéramos día a día y la respuesta se encuentra en nuestra propia esencia.
El ser humano tiene tres dimensiones: física, psicológica y espiritual. Una relación no puede cimentarse en lo físico, el físico se deteriora, esto es obvio, pero también lo psicológico empieza a fracturarse, disminuye la tolerancia hacia esos “ pequeños defectos” y hábitos.
Los conflictos van dejando pequeños surcos en nuestra afectividad. Entonces podemos decir que la esencia radica en esa dimensión espiritual.
Para permanecer para siempre, el cimiento de nuestra familia se debe encontrar en esa estructura espiritual que se manifiesta en la afectividad, en nuestra sexualidad, en la formación de nuestros hijos
Es el cimiento, el espiritual, el que sostendrá el edificio que estamos construyendo hoy en nuestra familia.
Una vez puesta la cimentación podremos construir habitaciones, decorarlas, planear ventanas que dejen entrar la luz y que nos dejen ver al exterior, puertas para recibir y para salir de nosotros a los demás.
En resumen:
1. La conciencia de nuestra propia estructura (tuya y mía), es el primer paso en una relación.
2. Una relación se puede sacar adelante con mi decisión.
3. Requiere que se fortalezca con una dimensión espiritual.
4. Cultivar día a día lo positivo y erradicar lo negativo.
CASO PRACTICO
TODO ESTO SUENA PRECIOSO Y QUÉ IMPORTANTE SABERLO, PUES ES UNA VERDAD QUE DEBIERA REGIRNOS. PERO, ¿ QUÉ SUCEDE EN LA VIDA DIARIA?
Vamos a poner el caso de “Fernando e Isabel”: Ellos son los que se dice un matrimonio “bien avenido”. Se casaron hace 5 años y son felices con sus dos pequeños Fer y Maribel. Aparentemente el matrimonio marcha bien, no hay entre ellos disgustos especiales y se comprenden mutuamente.
Para Fernando todo es perfecto, atraviesa por un buen período profesional y tiene una mujer que le quiere: siempre lo espera en casa, le prepara la cena, no se la deja para que se la caliente en el micro, se preocupa por su trabajo, le organiza el dominó para sus amigotes... ¿qué más puede pedir?
Isabel no ve el panorama tan despejado, se siente interiormente insatisfecha, ya tomó varios cursitos de Historia del Arte y Pedagogía, y sin embargo, algo le preocupa: que no pasa nada. Alguna vez escuchó a su mamá hablar de las crisis matrimoniales, aquéllas por las que pasan los esposos de cuando en cuando y que son normales.
Pero Isabel siempre le ha contestado: “No mamá, eso con nosotros no va”. Sin embargo, desde hace meses, piensa que su mamá debe tener razón.
Isabel tiene la sensación de que cada vez que habla a solas con su marido, él la oye, pero no siempre la escucha; incluso hizo la prueba comentándole algo que ya había dicho y para Fernando era totalmente nuevo.
Es como si estuviese en su mundo, con sus ideas, su trabajo, su golf y sus amigos. Ella se pregunta si será poco clara cuando le dice las cosas, si sabe explicarse o no se entiende lo que dice; incluso ha pensado que ha empezado a dejarla de querer.
Un día, se atrevió y se lo dijo y por respuesta obtuvo un: ¡”Pero qué cosas dices, cómo crees, no te estés imaginando cosas”!. Dio un portazo y se salió.
Para ella fue algo muy triste, no se explicaba la reacción de su marido. Isabel no se vuelve a enfrentar a su situación por temor a verse una vez más incomprendida, o que se origine un conflicto conyugal y decide no confiarle nada a Fernando; se limita a seguir, según ella, con la vida diaria, cumplir el deber y nada más Después de todo son sus dificultades, sus anhelos, sus ilusiones y ese mundo es ajeno para Fernando.
Se inicia una guerra fría en su matrimonio: cada uno va a lo suyo, hasta se declara una indiferencia del uno con el otro. Pero no es nada grave que ponga en peligro la estabilidad matrimonial.
Más tarde Isabel descubrió nuevos horizontes. Reconoció la necesidad de hablar cuanto antes con Fernando, debía hacerle ver con cariño algunos aspectos que no estaban bien. Era absurdo que queriéndose se estuvieran haciendo daño; que deseando las mismas metas, no las comentasen; no podían seguir así.
¿Qué pasaría después? Después de hablar tranquilamente, quedaron resueltas sus diferencias y quedó muy claro que lo que tenían que hacer era hablar, convivir como pareja, ya que todos estos años de embarazos, partos y cuidado maternal, habían hecho que cada cual viviera “su rollo” y era el momento de ver cada uno por el bien del otro, olvidándose de sí mismo.
Eso es el amor.
FORO: deja tu comentario ¿Qué significado tiene decir que el amor no es un sentimiento, sino que es una decisión?

domingo, 28 de septiembre de 2008

4.- INTRODUCCION A LA COMUNICACIÓN.

COMUNICACIÓN,
es un principio universal de interrelación a múltiples niveles: biológico, psicológico, sociológico, etc. Es una de las necesidades básicas del ser humano por ser este un ser inminentemente social. Con frecuencia se considera que hablar es sinónimo de comunicación, sin embargo, el mero hecho de pronunciar palabras y transmitir sonidos no cumple con el verdadero propósito de la comunicación, que se centra en: establecer un lazo entre el que envía un mensaje y aquel que lo recibe.
Comunicación y Relaciones Interpersonales.
La comunicación constituye un elemento clave para el desarrollo de una relación, tanto en lo que se dice con palabras como en lo que se transmite a través de comportamientos actitudes y gestos.
La comunicación es esencial en lel matrimonio, ya que constituye un medio insustituible para entrar en contacto con el otro, conocer sus ideas y captar sus intereses, preocupaciones y sentimientos.
La familia, debido al ambiente de seguridad y confianza y a los lazos emocionales y psicológicos que se logran desarrollar entre sus miembros, se convierte en un medio natural para que sus integrantes, satisfagan su necesidad de comunicación, que a la vez satisface otras más profundas y complejas como son las necesidades emocionales y afectivas.
Cuando las personas reciben mensajes que les hacen sentirse valiosas, importantes, respetadas y apreciadas, tienden a tomar una actitud receptiva y abierta, facilitando la integración y el desarrollo de la relación.
Una relación crece cuando los mensajes que se transmiten entre las personas que la viven manifiestan aprecio, respeto y reconocimiento. Y en contrapartida, la relación se deteriora cuando se transmite desinterés, sarcasmo, cinismo o desprecio.
Cuando la comunicación se enfoca en forma constructiva, constituye un poderoso medio para lograr el desarrollo de relaciones positivas, facilitar la comprensión y el apoyo mutuos y un poderoso mecanismo para prevenir o desactivar conflictos. Sin embargo, con frecuencia se hace mal uso de ella, ya que se utiliza para agredir, ofender y lastimar, provocando que en lugar de ser un medio de acercamiento y conocimiento mutuos, sea causa de distanciamiento, separación y ruptura.
2. BUENA COMUNICACIÓN EN EL MATRIMONIO: UN PROYECTO ALCANZABLE
Hay estudios que ponen en evidencia que en la mayoría de los matrimonios conflictivos existen serios problemas de comunicación, sea debido a que no han desarrollado mecanismos para favorecer el intercambio de ideas y puntos de vista, o a que tienen muy poca habilidad para comunicarse, provocando que los intentos que hacen para comunicarse, en lugar de convertirse en mecanismos de ayuda, se transformen en fuentes de nuevos y mayores conflictos.
El proceso de convivir, compartir y desarrollarse a través del contacto intenso y diario con el otro, es todo un arte, que requiere una actitud positiva y pro-positiva:
• Actitud Positiva: El desarrollo de esa actitud y habilidades, solo puede darse a plenitud cuando se fundamente en el amor (en la caridad), es decir en el verdadero propósito de aportar lo mejor de uno mismo para contribuir a la felicidad y realización del otro.
Actitud Pro-positiva: Si se quiere asegurar que la comunicación trabaje a favor del matrimonio, es importante hacer lo necesario para lograr que todo intercambio de palabras tenga un propósito positivo: ayudar, mejorar, aclarar, acercar.
Si la comunicación matrimonial no está logrando lo descrito anteriormente, seguramente es debido a que se está dejando que los procesos ocurran al azar, sin un propósito en mente, especialmente en aspectos importantes en la vida conyugal.
Las relaciones entre los esposos no pueden dejarse al azar. Si realmente quieren lograr que la convivencia entre ellos sea un medio que les ayude a complementarse, apoyarse y crecer, es decir, a lograr que predominen los aspectos positivos, deben actuar de manera enfocada, propiciando los aspectos que nutren y refuerzan la relación y evitando las situaciones que la afectan negativamente, o la destruyen, provocando el distanciamiento y el deterioro de la misma. Para lograr que la comunicación se convierta un recurso a favor del matrimonio, los esposos deben plantearse con cierta regularidad la siguiente pregunta:
¿La forma como nos comunicamos nos está ayudando a lograr un mayor acercamiento y a desarrollar la intimidad, o es un medio que utilizamos, consciente o inconscientemente, para manipular, ofender o agredir?
Si se responde con toda honestidad a esa pregunta, el análisis de las respuestas permitirá definir hacia donde se deben enfocar las acciones tendientes a lograr que la comunicación intra-marital, les ayude a lograr una dinámica matrimonial positiva, que actúe a favor del esposo y de la esposa, creando condiciones favorables que les permitan hacer lo necesario para apoyarse mutuamente, desarrollarse y ser mejores: más buenos, más santos, más perfectos.
• DIFERENCIAS INTERPERSONALES Y SU INFLUENCIA EN LA COMUNICACIÓN
Querer que el conyuge sienta, razone y valore las cosas de la misma manera como lo hace uno mismo es un grave error.
Para aprender a comunicarse con efectividad dentro del matrimonio se requiere: tomar en cuenta las diferencias interpersonales, diferencias entre sexos, diferencias de edad, de personalidad, caracterológicas, de intereses y habilidades, etc.
A pesar de las diferencias entre los eposos, en su ser hombre y ser mujer, es esencial que ambos estén conscientes de que hombres y mujeres merecen el mismo respeto, tienen los mismos derechos y comparten la misma dignidad, por el mero hecho de ser personas.
Esas diferencias son valiosas porque complementan y enriquecen. La falta de comprensión de las diferencias provoca errores de interpretación, que en lugar de ayudar a lograr una mejor comunicación y entendimiento, provocan distanciamiento y conflicto.
• LA COMUNICACIÓN COMO UN PROYECTO:
Así como hay evidencia de que las relaciones entre los esposos son responsables en gran parte de la felicidad que experimentan, también está demostrado que las relaciones no se dan en forma automática e instantánea.
Las buenas relaciones no nacen, se hacen: es decir, toda relación humana es el resultado de un proceso, es decir, de una serie de: acciones, situaciones, elementos y decisiones, que al irse sumando, van llevando a un resultado.
El resultado logrado conforme se avanza en ese proceso, puede ser positivo y favorable, o destructivo e insatisfactorio.
Cuando los esposos aprenden a comunicarse identificando el: cómo, cuándo, dónde y en que tono hablarse, se construyen relaciones positivas y sólidas, permitiendo que los dos se sientan queridos, apoyados y tomados en cuenta.
Qué decir. Es difícil comunicarse cuando no se ha definido con claridad qué es lo que se quiere decir. Si no hay esa claridad se corre el riesgo de confundir el mensaje con los propios deseos, sentimientos, temores o necesidades, deformando su contenido.
Cómo decirlo. Toda comunicación debe ser respetuosa, especialmente cuando se tiene algo importante que comunicar se debe cuidar la forma en que se dice, ya que si esto no se hace, lo que se queda en el receptor es la forma en que se dijo y no el fondo de lo que se dijo.
Cuándo decirlo. Siempre hay un mejor momento y un estado emocional adecuado, para lograr mayor receptividad. A veces es conveniente esperar ese momento para lograr una comunicación eficaz.
Durante el proceso mismo de comunicación, es importante poner en práctica lo siguiente:
Escuchar con comprensión. Puesto que la comunicación es un proceso de ida y vuelta, se requiere combinar el hablar con el escuchar. Escuchar implica receptividad y disposición a entrar en sintonía con los sentimientos del otro.
Tomar en cuenta los aspectos no verbales. No basta con escuchar las palabras, se requiere disposición y receptividad para poder captar todo lo que la pareja transmite con sus miradas, gestos y posturas. Tomando conciencia también de los propios gestos. Para lo cual se requiere un contacto visual continuo, asegurando que la expresión de la cara demuestre atención.
Verificar la recepción. Al parafrasear algunas de las ideas que ha expresado el otro y realizar preguntas aclaratorias, se puede verificar si realmente se está captando e interpretando correctamente lo que el otro quiere expresar.
3. IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN ENTRE LOS ESPOSOS
La formación de toda familia comienza con la integración y el desarrollo de la pareja como matrimonio. Así que todo lo que se haga para lograr el entendimiento mutuo de los esposos va a influir en la totalidad de la familia.
Por lo mismo, es importante que los esfuerzos enfocados a lograr una comunicación positiva y enfocada a nivel familiar, comiencen con los esposos.
Vale la pena dedicar tiempo y esfuerzo para que la convivencia diaria, especialmente en la relación matrimonial, sea un factor de acercamiento, unión y crecimiento humano. Para lograr ese enfoque se pueden realizar numerosas acciones, en primer lugar y como se mencionó anteriormente se debe considerar el: cómo, cuándo, dónde y en que tono hablarse. Además tratar de lograr:
1. Aceptación. Cada uno de los esposos tiene cualidades y defectos. Solo se acepta al otro con sus características positivas y negativas y se hace lo necesario para tener presente y aprovechar al máximo todo lo positivo, la relación se reforzará y el trato será agradable y constructivo.
2. Responsabilidad. Los esposos deben asumir la responsabilidad de la relación y hacer lo necesario para que avance hacia su verdadero propósito: la realización y felicidad del otro, pero sobre todo su salvación eterna, su santificación.
Para avanzar en esa dirección, deben elegir las actitudes, pensamientos y sentimientos que les pueden ayudar para dirigir las relaciones en la dirección deseada.
3. Manejo de problemas. Si en la relación entre los conyuges las cosas no están saliendo bien, hay que evitar la búsqueda de culpables y esforzarse para encontrar las causas y aplicar soluciones adecuadas.
4. Dar lo mejor de uno. El matrimonio es un proyecto en el que está involucrada la felicidad de los esposos y que para lograr su propósito requiere de: enfoque, decisión y acción, es decir que cada uno de los involucrados ponga en él lo mejor de si mismo, olvidándose de sí mismo en favor del otro.
¿Por qué es importante la comunicación?
1. El presente es el resultado del pasado, y el futuro será el resultado del presente. Hay que vivir y trabajar hoy.
2. El hombre es un ser racional que necesita la comunicación para crecer.
3. La comunicación entre dos personas se hace difícil cuando compartimos algo.
4. Como todos los demás logros humanos, la comunicación es cuestión de práctica constante.
5. Comunicar no sólo es hablar, sino escuchar.
6. Amar es compartir.
7. El camino hacia el éxito está lleno de fracasos.
8. El único fracaso real es aquel del que no aprendemos nada.
9. El síndrome del fracaso se puede convertir en un cáncer de la comunicación.
Los beneficios de la comunicación El ser humano vive en constante relación con otros seres humanos. Es también un ser social, y cada uno de nosotros es fruto de una relación de tipo moral, humano, físico y amoroso.
Premisas de la comunicación:
El compromiso: Cuando no queremos comunicarnos es por que no queremos comprometernos o abrirnos. Cuando ha habido fracasos en la comunicación nos da temor volverlo a intentar.
La conciencia de ser un don: Cada uno de nosotros es un regalo para los demás, y los demás son un regalo de Dios para nosotros, somos únicos e irrepetibles. Tengamos muy presente que darnos a los demás nos enriquece, y recibir de los demás también nos enriquece.
La opción por la sinceridad: El ser fiel conmigo mismo me ayudará a serlo con los demás. Y al conocer mi propia identidad, sabré de qué soy capaz. Es ser auténtico y no aparentar lo que no soy, sino lo que en realidad soy. Esto nos ayudará a conocer abiertamente a nuestra pareja, sin máscaras.
Obstáculos de la comunicación
Si realmente deseamos comunicarnos, tenemos que estar dispuestos a trabajar para superar todos los obstáculos. El triunfo no está lejos y las recompensas del éxito son:
1. el crecimiento personal, como pareja y familiar
2. la felicidad y satisfacción con nosotros mismos, con lo que tenemos, lo que somos. Esto es algo que se irradia y se contagia, lo cual provoca la creación de un ambiente familiar de amor.
Obstáculos exteriores:
Ocupaciones: Hablamos de lo que hacemos y no de lo que somos.
Distracciones:Televisión, teléfono, periódico.
Injerencias de otras personas: Se debe buscar el lugar y la hora conveniente. Incluso, en ocasiones los hijos pueden ser un obstáculo para la comunicación conyugal.
Obstáculos interiores:
Malas experiencias: Miedo a los fracasos durante el diálogo en tiempos pasados, gritos o regaños. La falta de contenido interior.
Consejos para comunicarte mejor:
En el amor adulto se debe establecer una doble corriente, el dar y recibir. · Dar aunque con ello se tenga que romper el cascarón del egoísmo. · Recibir aunque en ocasiones pensamos que no necesitamos nada de los demás.
El matrimonio es como un puente sostenido por dos pilares, si uno es débil se cae. También cabe mencionar que todos los consejos y pláticas que podamos escuchar, no bastan para mejorar si no los practicamos constantemente.
a) La amistad es más importante que la relación. Por lo general para un amigo, lo más importante es su amigo; quienes consideran que la amistad con su cónyuge es lo más importante, pueden crear una relación más gratificante. En cambio, quienes se han convertido en amantes, sin haber desarrollado una verdadera amistad, consideran que antes que su cónyuge, están ellos mismos, o la propia relación. A un amigo se le acepta tal como es y se le perdonan sus fallas.
b) No trates temas importantes durante los momentos tensionantes del día.
Es bueno hablar de los sentimientos en el mismo momento que surgen, pero en ocasiones no conviene, sobre todo cuando se tiene mucha carga emocional. Se debe evitar hablar cuando alguno de los dos esté muy cansado, antes de irse a trabajar o inmediatamente después de regresar, y lo mejor es preguntarle a tu cónyuge si está dispuesto a escuchar o dialogar.
c) No culpes a tu cónyuge sin haberlo escuchado. Si culpas a tu cónyuge sin haberlo escuchado, lo único que vas a lograr es que se pondrá a la defensiva y se va a encerrar. Tampoco se vale hacer prejuicios o querer adivinar. Deja a tu cónyuge expresar sus sentimientos.
d) Trata un solo asunto a la vez. Se debe tratar un solo asunto y nunca mezclar otros, concentrarse sólo en el tema presente y olvidar en ese momento si existen otros.
e) Escucha con atención y está seguro de entender lo que tu cónyuge te está diciendo. Se debe escuchar con atención el mensaje completo y sin interrumpir, no salir a conclusiones precipitadas ni ponerse a la defensiva. Si el asunto es importante, trata de repetirle a tu cónyuge lo que oíste o interpretaste para que no le quede duda.
f) Haz frases usando el “yo” en lugar del “tú”. Una de las principales causas de discusión es culpar a tu cónyuge de tus emociones o sentimientos por eso debemos aprender a decir “yo” en lugar de “tú”. Por ejemplo cuando dices “cuando te demoras me da mucho coraje por que tú eres muy desconsiderada(o)” se puede cambiar por “cuando te demoras me da mucho coraje por que yo siento mucha vergüenza de haber sido de los últimos en llegar”.
Queda estrictamente prohibido comunicarse usando las siguientes frases: · ¡Ven aquí, apresúrate! · ¡Nunca haces las cosas bien! · ¡Otra vez con lo mismo! · ¡Tú tienes la culpa! · ¡Si no lo haces…! También evita comunicarte con ironía y sarcasmo.
g) Haz peticiones no exigencias. Una petición implica cualquier respuesta, así sea negativa y será aceptada. Una exigencia implica que la respuesta siempre sea afirmativa, y, como se dice “en la forma de pedir está el dar”.
h) No divulgues los sentimientos. Evita divulgar los sentimientos compartidos por tu cónyuge, ni aún con el mejor amigo, por que perderá la confianza de volver a comunicártelos.
i) No debes ser sincero el 100 % de las veces. Habla siempre con la verdad sabiendo cómo decirlo, por que por ser demasiado franco, puedes caer en la agresión.
j) No dejes problemas sin resolver o resentimientos ocultos. Al dejar problemas sin resolver o sin decir, se irá formando un muro de indiferencia, no debemos tener miedo a afrontarlos.
Sobre este tema es importante leer lo que nos dice Tomás Melendo Granados en su artículo Acerca de la comunicación (y de las discusiones) entre los cónyuges:
El P. Peter Coates en el artículo Capacidad de dialogar nos dice que la comunicación http://es.catholic.net/familiayvida/159/318/articulo.php?id=14361 es un ejercicio de escucha y se escucha no tanto con la oreja, sino con el corazón. Para poder escuchar a una persona, uno debe pensar que lo que una persona debe decirme es más importante de lo que tengo en mi cabeza
Alfonso Aguiló Pastrana en su artículo Las formas sí son importantes: http://es.catholic.net/familiayvida/159/318/articulo.php?id=10744 nos explica que la falta de acierto en la forma de comunicarse, o la falta de oportunidad en el momento y circunstancias de hablar, provoca muchas veces grandes problemas.
El P. Antonio Rivero profundiza en la comunicación, la conversación y el matrimonio. Igualmente explora los factores que dificultan la comunicación de la pareja. Comunicación Familiar: http://es.catholic.net/familiayvida/159/318/articulo.php?id=26196
El problema de los malos entendidos es tratado por Michael Ryan Grace que nos habla de Las interferencias en la comunicación:http://es.catholic.net/familiayvida/159/318/articulo.php?id=6913
Sabiendo que nuestras conductas puedan transmitir mensajes y causar reacciones en las demás personas, trata de abordar el tema de los malentendidos. La característica más peligrosa de los malentendidos es que pueden existir sin darnos cuenta... hasta que exploten.
Un ejercicio para una comunicación sana Un simple ejercicio que puede ayudar mucho para vivir una comunicación sana y positiva. Basta que cada pareja, de vez en cuando, tome el pulso de su comunicación emocional contestando a las siguientes preguntas:
1.¿Cuáles son las cosas que me gustan de ti?
2.¿Cuáles son las cosas que no me gustan de ti (cosas que me "molestan")?
3.¿Qué es lo que creo que te gusta de mí?
4. ¿Qué es lo que creo que no te gusta de mí? ¿En qué cosas creo que te molesto? Sugiero que cada uno conteste por su parte y, después, intercambien lo que han escrito.
En primer lugar, este ejercicio les dará la ocasión para decir de forma tranquila y oportuna lo que no les gusta, lo que les molesta. Cuando esto se hace con amor, con deseo de superación y con cierta frecuencia, muchas cosas se allanan y se evita la acumulación de "venenos".
No se trata de soñar con un matrimonio perfecto, donde nunca hay problemas. Siempre habrá piedrecillas en los zapatos. Pero se puede reducir bastante el número de los problemas.
De lo contrario, los problemas se ven enormes o se acumulan tantos que toda la vida se oscurece. Haciendo frecuentemente este pequeño ejercicio descubrirán que, entre las 10 cosas que "molestan", ocho son fácilmente eliminables. Las otras dos pueden ser más complejas. (Pero ya sería una ganancia caminar con 8 piedrecitas menos en el zapato!
No se trata de pensar en matrimonios perfectos donde no hay que hacer esfuerzos y sacrificios ni sufrir el uno por el otro. Pero sí creo que hay cosas que fácilmente se pueden corregir volviendo la vida más feliz y evitando problemas mayores.
Además, con una vida más feliz, los esposos pueden dedicarse con más empeño a cumplir la gran misión que les corresponde como matrimonio.
Al intercambiarse las respuestas sobre lo que "creen" que gusta o disgusta al otro pueden verificar si realmente se conocen bien o si hay malentendidos escondidos. A veces, creemos conocer a la personas que están cerca de nosotros y no es siempre verdad. Al menos es lo que nos dan a entender las personas que aportaron los siguientes casos.
* Yo conocí un marido que creía que todo andaba perfectamente bien porque él se consideraba un hombre trabajador. Pero había muchas otras facetas que olvidaba y que disgustaban a su esposa.
* Una mujer se consideraba una excelente esposa porque era buena madre, hacendosa, etc. pero su marido tenía muchos resentimientos por ciertas actitudes de ella respecto a sus familiares y al buen uso del dinero

viernes, 26 de septiembre de 2008

4.3.- ATENCION A LAS INTERFERENCIAS

¡Atención a las interferencias en la comunicación!
Tus palabras y/o acciones pueden provocar reacciones que nunca pretendiste y que nunca imaginaste

¡Atención a las interferencias en la comunicación!
Sabiendo que nuestras conductas puedan transmitir mensajes y causar reacciones en las demás personas, ahora queremos abordar el tema de los malentendidos. La característica más peligrosa de los malentendidos es que pueden existir sin darnos cuenta... hasta que exploten.Simplificando mucho el tema de la comunicación, podemos decir que ésta consiste en un transmisor, un receptor y un mensaje. Aunque sabemos que estos tres elementos están interactuando continuamente, normalmente cuando decimos una cosa, esperamos que los demás entiendan justo aquello y no otra cosa. Pero muchas veces no es tan sencillo, ni tan fácil, porque la otra persona puede tener reacciones y sentimientos que nunca fue mi intención provocar. Este es el hecho del que quisiera que tomarais nota y que lo recordaseis en vuestra vida de matrimonio. Empecemos a ver este problema en relación con el siguiente caso donde un marido llega a una reunión familiar donde estaba su esposa y nos dice:* Mi esposa se enfadó mucho porque saludé a mi hermana antes que a ella. El señor en cuestión insistía en que había saludado a las personas en ese orden sólo por la colocación de las mismas en la sala. No tenía ninguna otra intención. Otro caso del mismo género es el siguiente. * Mi esposa organizó una cena sin avisarme con anticipación y, además, coincidió con la noche del fútbol en TV. Yo no dije nada y lo tomé con resignación. Pero cuando las visitas se fueron, ella estuvo muy molesta conmigo. No entendía por qué y se lo reclamé pues consideraba que era yo quien había hecho el sacrificio. Me dijo que se sentía muy mal con los invitados por la mala actitud que yo había tenido durante la cena. Sorprendido le expliqué que no era así, que yo había renunciado de buen modo a mi partido de fútbol. Pero ella me contestó: “tu cara larga me decía otra cosa”.Aquí tenemos dos ejemplos de interferencia en la relación humana y en la comunicación. En el primer caso vemos cómo el marido (= transmisor) quiso saludar a todos (= mensaje) pero encuentra que su esposa (= receptor) interpreta otro mensaje. En el segundo caso también el marido quiso hacer su mejor esfuerzo (= mensaje), pero su esposa percibe otra cosa (por la comunicación no verbal del esposo). En ambos casos, de manera no intencional, se provoca una reacción en la otra persona, que nunca fue pretendido. Cuando hablamos de la gota que derrama el vaso, y nos preguntamos por dónde entran las gotas, aquí tenemos uno de los agujeros más comunes en las relaciones humanas. En mi opinión, muchos problemas comienzan así -sin darnos cuenta de las reacciones que causamos- y cuando se prolongan durante mucho tiempo los resentimientos provocan las explosiones. Lo que sigue es un intento de análisis de este fenómeno y de cómo se debe manejar.Está claro que las reacciones emocionales como las de estas mujeres pueden deberse a muchas cosas: cansancio, acumulación, sensibilidad especial, actitudes negativas, problemas anteriores, etc. y, para una solución del problema, será necesario que ellas también pongan de su parte. Pero ahora quiero fijarme en los maridos: ¿cómo deben ellos comportarse si quieren una buena comunicación y una solución al problema?
Las palabras y/o acciones pueden provocar reacciones que nunca pretendiste y que nunca imaginaste.
No te fíes de tus buenas intenciones.
No siembres vientos porque cosecharás tempestades