sábado, 13 de septiembre de 2008

7.- EDUCACION


El significado vulgar de la palabra educación se refiere a un resultado: Es decir, una persona educada es una persona que actúa con modales y urbanidad. Este concepto de Educación no es al que nos vamos a referir durante la presente lección. Más bien haremos referencia a un significado más profundo: · Etimológicamente Educación viene de “Educare” que significa: conducir o guiar. · Semánticamente de “Educere” que significa: “sacar de” ó “extraer”, es la acción de sacar algo de adentro.
Es decir no estamos hablando de un resultado sino de un proceso en donde hay dirección (intervención) y desarrollo (perfeccionamiento). Es decir, la educación es en sentido estricto no sólo un proceso de modificación en el hombre, es la aparición de nuevas formas de comportamiento, actitudes y hábitos en el hombre dirigidos a un perfeccionamiento.
La formación por lo tanto es un concepto que subyace al de perfección. Por lo que, al decir de la educación que es una formación se dice implícitamente que comunica perfección. Por otro lado, estrechamente ligada con la noción de perfección está la de bien, ya que ambas hacen referencia a lo que le conviene a la naturaleza del ser.
Agregando a lo anterior, la educación, siempre está en función de la vida humana tanto en el significado vulgar como en el etimológico: · En el significado vulgar de educación lo único que se pretende es el disponer adecuadamente a los hombres para la convivencia armónica entre sí. · En el significado más profundo de educación considerando subyacentes los conceptos de formación, perfección y bien, vemos que la educación no es otra cosa que: El proceso de desarrollo del ser humano que le da las posibilidades de vivir en toda su dignidad de hombre en relación con los demás.
Partiendo de esta idea de Educación fundamentaremos la presente lección. Por lo anterior no se puede hablar de Educación de las personas, sin contemplar la formación en valores.
La vivencia de valores lleva a la institución de virtudes en la persona (hábitos buenos) indispensables para que los seres humanos nos dignifiquemos a plenitud: como hijos de Dios en el esfuerzo diario por ser mejores personas.
Por lo anterior vemos que la educación, es indispensable para el desarrollo de los individuos, de las familias, de la sociedad entera.
EDUCACIÓN DE LOS HIJOS: DEBER PRIMARIO E INALIENABLE.
La educación que se da a cada uno de los seres humanos es, sobre todo, un derecho y una obligación que compete en primera instancia a los padres.
Como recuerda el Concilio Vaticano II: “...puesto que los padres han dado vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole y, por tanto, hay que reconocerlos como primeros y principales educadores de sus hijos...”
Nadie en la sociedad tiene un derecho primario sobre la educación de los hijos. Ni el Estado, ni la Iglesia, menciona Mons. Norberto Rivera, ni las instituciones educativas, pueden olvidar que la tarea educativa tiene su raíz en la vocación primordial de los esposos de participar en la obra creadora de Dios.
Cuando un ser humano carece de la educación en la familia, casi podríamos decir que resulta estéril toda la información que haya recibido. ¿De qué le sirven los conocimientos al ser humano si no están orientados para que sea esta una mejor persona en función de la sociedad?
La herencia afectiva, espiritual, y psicológica que transmite una familia es insustituible. Vemos a individuos muy inteligentes, que les faltó una formación en valores, como son capaces de resolver eficientemente problemas técnicos ó laborales, pero su vida personal y familiar es un desastre, son incapaces de dirigir su propia voluntad hacia la felicidad, ya que la falta de valores les impide tener una directriz clara de hacia donde dirigir su vida.
La familia logra esto cuando los esposos hacen del amor el motor guía de toda la labor educativa. El amor no como sentimiento o un estado emocional, sino en el sentido real de sacrificio, de la negación de uno mismo: El amor como deseo y habilidad de soportar y vencer cualquier privación o dificultad, por el bienestar y felicidad del otro. Implica generosidad y compromiso en la educación diaria tratando de ser un ejemplo de valores y corrigiendo oportunamente a los hijos.
Qué mejor educación que la que nace del padre que aconseja en la recta visión de la vida al hijo. Qué mejor guía para la vida, que la que siembra la madre al enseñarnos a vivir la caridad, la comprensión, la constancia, el fortalecimiento de la voluntad, la bondad, el servicio a los demás, etc… Qué escuela tan fecunda es la de la pareja que construya la persona del hijo en el servicio y la caridad, en un hombre integro comprometido con la verdad y el bien, ¿Qué mejor legado podemos dejar a la sociedad?
Qué importante es educar desde el amor los SENTIMIENTOS para que los hijos sepan aprovechar la riqueza que éstos aportan a la vida dentro de una recta jerarquía interior.
Educar su VOLUNTAD para que enfrente con certidumbre las dificultades de la vida
Educar su INTELIGENCIA para que sepan buscar siempre la verdad incluso cuando ésta no sea agradable o sea costosa de aceptar.
Educar su CONCIENCIA para que sean insobornables en la búsqueda del bien.
De modo especial, formar a los hijos con la confianza y valentía en los valores primordiales de la vida humana, en el contexto de una cultura invadida por el materialismo que, abrumada por el afán de tener, ciega y endurece el corazón; una cultura oprimida por la búsqueda del éxito a toda costa sin medir el precio que hay que pagar; un éxito, que muchas veces, se identifica con el crecimiento económico, aún a costa de los valores humanos.
Nosotros los padres, somos los que tenemos que invitar a los hijos a vivir la trascendencia de la libertad ante los bienes materiales, el sentido de la verdadera justicia, el respeto a la dignidad personal de todos y cada uno de los que nos rodean, el amor y servicio desinteresado a los demás, sabiendo dejar de lado el propio bienestar para ayudar a los demás.
Preguntémonos hoy si es lo que ven mis hijos en mí, ¿es así como yo actúo?
O tengo que empezar por formarme yo, por jerarquizar mis valores y actuar congruentemente. ¿Cómo queremos sociedades comprensivas, si no existe comprensión entre los esposos y los hijos?
¿Cómo queremos sociedades solidarias, si dentro de la casa uno se busca a sí mismo?
1. Si queremos construir una sociedad con valores empecemos a implementar los valores en nuestra familia.
2. Si queremos una sociedad en la que disminuya la violencia, hagamos de la familia una escuela de paz.
3. Si queremos una sociedad en la que brille la honestidad, hagamos de la familia una escuela de rectitud de vida.
4. Si queremos una sociedad en la que haya respeto, hagamos de la familia una fuente de consideración a los demás.

Comentarios al autor: crecerenfamilia@prodigy.net.mx
Tutores del Curso Emilio Avilés Cutillas. emilioaviles@es.catholic.net
P. Emilio Acosta Díaz. acostadi@msn.com
Salvador Casadevall. salvadorcasadevall@yahoo.com.ar
Marcela Velázquez. velazquezvmarce@gmail.com