viernes, 5 de septiembre de 2008

7.8.- EDUCAR EN LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

"El hombre puede educarse porque es libre y puede ser libre porque se educa

Educar en la libertad y responsabilidad
Uno de los grandes objetivos en la educación de nuestros hijos es la educación en la libertad. Una libertad entendida para conseguir hacer el bien.
Para educar a nuestros hijos en la libertad, los padres, hemos de esforzarnos en mejorar personalmente y ayudar a mejorar a los hijos.
Dice el profesor Yela:"El hombre puede educarse porque es libre y puede ser libre porque se educa, solo se educa al hombre liberándolo, sólo se libera educándole"
Educar en la libertad Es fomentar más autonomía y más responsabilidad en quien se educa. Respecto a la autonomía es importante conseguir: Que tengan iniciativas. Que sepan elegir. Que sean consecuentes.
Recuerdo la anécdota de aquel niño pequeño a quien preguntaban la definición de jersey y contestaba: "prenda que nos ponemos cuando la abuelita tiene frío". También es bueno que por decidir corran el riesgo de equivocarse, ya que "la experiencia es la madre de la ciencia".
Respecto a la responsabilidad apoyarse en:Encargos, adecuados a su edad y carácter. Administración de dinero para gastos personales. Puntualidad en los horarios establecidos en el hogar: hora de levantarse o ir a dormir, tiempo para el estudio, para el descanso, para las aficiones, para el tiempo libre, etc...
AutoridadPara desarrollar la libertad de los hijos, los padres hemos de llevar a término una autoridad valiente y prudente. Esta autoridad ha de estar sujeta al espíritu de servicio y avalada por el prestigio personal.
No podemos decir, por ejemplo: "Tengo ganas de acertar una quiniela para no pegar golpe". Y exigir que nuestros hijos estudien.Dice Oliveros Fernández de Otero: "Los padres con autoridad-servicio y autoridad-prestigio son comprensivos pero sobre todo son contagiosos, saben estimular por su manera de hacer".
Los padres hemos de tener autoridad, también, para ayudar a educar la voluntad de los hijos para que aprendan a hacer buenas obras. La obediencia del hijo se ha de alcanzar no por autoritarismo ni por sobreproteccionismo sino por amor. Por esto, la flexibilidad, ser capaces de rectificar, de cambiar de opinión, conocer el por qué del comportamiento del hijo en un momento determinado y valorar lo que es importante siempre, permanentemente, o aquello que solo es importante temporalmente, nos ayudará a la comprensión y a vivir un clima positivo y de confianza que facilitará el ejercicio de una buena autoridad.
Educar la libertad de nuestros hijos será conocer sus posibilidades reales, enseñar a observar y razonar, nunca imponer, sino que entiendan cual es la conducta adecuada en cada momento.
Todo esto dando testimonio, ya que los padres somos el espejo de convicciones firmes para ayudar a la responsabilidad personal y a la felicidad de los hijos, que con su entendimiento, reconocerán lo que es bueno y con su voluntad lo llevarán a buen término.