martes, 2 de septiembre de 2008

8.- CONOCERSE, BASE DE TODA FORMACION

CONOCERSE ES LA BASE DE TODA FORMACION.

“No serás sabio si no te conoces a ti mismo”
“No seas como el ojo que todo lo ve y no se ve a sí mismo”
“No hay peor ignorancia que la de ignorarse”
“¿Por qué tanta atención al mundo exterior y tanto descuido por el mundo interior?”

La formación como padres tiene que tener un punto de partida: el autoconocimiento.
Esto es que, partiendo del conocimiento de nuestro temperamento, carácter, personalidad y tipo de padres que somos, podremos entender el porqué de nuestras reacciones y saber discernir entre lo que nos gustaría conservar o modificar, para luego trasmitirlo a nuestra familia.

El estudio de carácter lo podremos hacer cuando lleguemos al tema de Conocimiento de los Hijos en la segunda parte del Taller.

Aquí analizaremos la dinámica de la relación que tenemos con nuestros hijos, es decir, el tipo de padres que somos.

TIPOS DE PADRES

Existen diferentes tipos de padres. Los vamos a clasificar en función del mensaje que envían a sus hijos y el papel que éstos juegan como resultado. Seguramente reconoceremos algunos rasgos presentes en nuestra condición de papás.

PADRES CONTRADICTORIOS.

Son aquéllos que dicen a sus hijos cómo comportarse, pero no actúan conforme a estos lineamientos.
Su lema es “hazlo como te lo digo y no como yo lo hago”.
Ellos mienten, por ejemplo, pero no permitirían jamás que sus hijos lo hicieran (el típico “diles que no estoy”).
Exigen puntualidad aunque nunca lleguen a tiempo.
Se gritan el uno al otro y cuando los hijos se pelean les dicen “¿qué no se pueden llevar bien?”.
Son desordenados pero exigen a los hijos cuartos impecables.
Los hijos de padres como estos, rápidamente aprenden que no hay base moral consistente en las declaraciones y requerimientos de los padres, por lo que pueden llegar a ignorarlos.

"El mejor educador es el ejemplo.

Los niños tienden a imitar las actitudes de los adultos, en especial de los que quieren o admiran. Jamás pierden de vista a los padres, los observan de continuo, sobre todo en los primeros años. Ven también cuando no miran y escuchan incluso cuando están super-ocupados jugando. Poseen una especie de radar, que intercepta todos los actos y las palabras de su entorno.

Por eso los padres educan o deseducan, ante todo, con su ejemplo."

Además, el ejemplo posee un insustituible valor pedagógico, de confirmación y de ánimo: no hay mejor modo de enseñar a un niño a tirarse al agua que hacerlo con él o antes que él. Las palabras vuelan, pero el ejemplo permanece, ilumina las conductas… y arrastra.

En el extremo opuesto la incongruencia entre lo que se aconseja y lo que se vive es el mayor mal que un padre o una madre puede influir a sus hijos: sobre todo a determinadas edades, cuando el sentido de la «justicia» se encuentra en los chicos rígidamente asentado, sobre-desarrollado… y dispuesto a enjuiciar con excesiva dureza a los demás.

Tomás Melendo Granados


PADRES FANTASIOSOS.

Poseen y comparten un mundo imaginativo. Evaden hablar de la realidad y conscientemente la distorsionan.
Entre más cuentan su historia, más se la creen.
Inventan logros personales (...”yo a tu edad, era un niño de diez y campeón de fútbol”).
Los niños acaban enterándose de que no era tanto, crecen emocionalmente inestables ya que no saben lo que realmente tienen.
En algunos casos crean su propio mundo imaginario, evadiendo la realidad exterior.
De adultos pueden ir de un extremo al otro, viviendo en la fantasía o se tornan cuidadosos y rígidos, temerosos de correr riesgos y de caer en un mundo incierto.

PADRES COMPETITIVOS.

Actúan y se visten como adolescentes. Pueden usar el mismo tipo de ropa y competir con sus hijos por la atención de sus amigos.
No les gusta que sus hijos sean mejores que ellos, incluso denigran sus logros.
Usan la típica frase: “yo a tu edad...”.
Se da en el deporte, en el ámbito social o de logros académicos personales.
Los hijos tienen dos opciones: o ceden, convirtiéndose en fracasados a sus propios ojos; o tienen éxito gracias al apoyo que encuentran fuera de la familia.

PADRES SOBREPROTECTORES.

Pueden hacer muchísimo daño al pretender evitar todo sufrimiento o frustración en sus hijos.
Les dan todo sin que tengan que hacer nada por ganárselo, los limitan haciéndolos inútiles y dependientes.
Acceden a los caprichos y berrinches de su hijo, continúan vistiéndolo aún cuando él pueda hacerlo, le hacen la tarea, lo compensan cuando le va mal.
Le sirven en bandeja de plata todo lo que requiere (le buscan la mejor miss y lo cambian de grupo, a la menor dificultad piden cita con las misses y la directora, regatean las calificaciones y los premios, etc.).
Sin darse cuenta, entre más les dan, más les quitan; les arrebatan la satisfacción que todos encontramos en aprender a hacer las cosas por nosotros mismos.
Si a medida que crece, el hijo continúa fracasando, los padres le seguirán dando más para evitar que se sienta mal por sus fracasos.
Por otro lado, le compran un premio para compensar sus éxitos, como si el éxito no fuese un premio en sí mismo.
Los padres se quejan cuando los resultados no deseados fueron originados, irónicamente, por su propia conducta.
Así como desalientan la independencia de sus hijos, estos padres han fomentado su inseguridad, en lugar de animarlos en sus habilidades.
Aún cuando crecen, continúan pagándoles la luna de miel, amueblándoles el departamento y lo que es peor, manteniéndolos bajo un control económico y psicológico.

"No malcriar a los niños.

Se malcría a un niño con desproporcionadas o muy frecuentes alabanzas, con indulgencia y condescendencia respecto a sus antojos. Se lo maleduca también convirtiéndolo a menudo en el centro del interés de todos, y dejando que sea él quien determine las decisiones familiares. Un pequeño rodeado de excesiva atención y de concesiones inoportunas, una vez fuera del ámbito de la familia se convertirá, si posee un temperamento débil, en una persona tímida e incapaz de desenvolverse por sí misma. Si, por el contrario, tiene un fuerte temperamento, se transformará en un egoísta, capaz de servirse de los otros o de llevárselos por delante.

Por eso, frente a los caprichos de los niños no se debe ceder: habrá simplemente que esperar a que pase la pataleta, sin nerviosismos, manteniendo una actitud serena, casi de desatención, y, al mismo tiempo, firme. Y esto, incluso —o sobre todo— cuando «nos pongan en evidencia» delante de otras personas: su bien (¡el de los hijos!) debe ir siempre por delante del nuestro."


Tomás Melendo Granados

Consulta para este inciso:
Echar a volar de Alfonso Aguiló.
http://es.catholic.net/familiayvida/158/287/articulo.php?id=32960
A mi hijo que no le falte nada de Marisol Guisásola.
http://es.catholic.net/familiayvida/158/320/articulo.php?id=29945
PADRES AUTORITARIOS.
Son el extremo opuesto de los padres sobreprotectores, ya que son críticos y rígidos (tanto papá y mamá pueden ajustarse a este tipo).
Utilizan su autoridad para degradar e intimidar a sus hijos, sacando sus propias frustraciones y aplicándolas sobre los mismos, al igual que sus padres hicieron con ellos (imitamos lo que más odiamos).
Nadie puede discutir nada con los padres autoritarios, debido a que ellos siempre tienen la razón.
Malhumorados, arrogantes, dominantes y demandantes, siempre imponen sus deseos:

- “Soy tu madre y vas a hacer lo que te digo...”
- “No vas y se acabó...”
- “Vas y le dices a la miss que...”
- “No quiero que vuelvas a salir con...”
En esta categoría entran los sabelotodo que siempre tienen una respuesta para justificar todo. Algunas veces este tipo de papás denigra a su pareja frente a los niños:
- “No le hagan caso a su mamá...”
- “No te preocupes si tu papá te castigo, yo lo convenzo...”

Cuando crecen toman partido con el “papá barco” quien triunfa, divide y se le revierten la falta de límites.

Consulta Hacer pensar y hacer hacer de Emilio Aviés Cutillas
http://es.catholic.net/familiayvida/158/287/articulo.php?id=32271
PADRES AUSENTES.

Ocurre frecuentemente que alguno (generalmente el padre), no tenga relación con la familia excepto para satisfacer sus necesidades económicas.
El padre ausente delega toda su responsabilidad en el cónyuge, y como resultado, es uno el que toma las decisiones sobre atención médica, necesidades escolares y emocionales, mientras que el otro cierra los ojos a cualquier problema.
No sabe quiénes son los amigos de sus hijos, o en qué etapa del desarrollo emocional se encuentra.
Hay veces que el papá se entera que el hijo camina o habla hasta el fin de semana, o la mamá mandan a la nana al Gymboree, o están estudiando la maestría de psicología infantil “full time” y no atienden a sus propios hijos.
El problema no es el trabajo, sino la actitud y la atención que tenemos para ellos.
Los hijos pueden buscar llenar ese vacío emotivo en otras personas.

Existen otros tipos de padres con conductas más peligrosas, como los DonJuanes conquistadores y eternos adúlteros, mamás frívolas y socialités, los adictos al alcohol, los tacaños que manipulan con el dinero, los irresponsables cuyos hijos son educados por la nana y el chofer.
No usemos a los hijos como reflejo de nuestros problemas conyugales. Qué importante es no proyectar en nuestros hijos nuestros propios sueños o frustraciones.

Pero también existen los padres bien adaptados. Generalmente evitan los errores de otros padres, aceptan que sus hijos tienen independencia y libertad, les enseñan a aceptar su responsabilidad sobre sus propias decisiones a una edad temprana.
Quizás ellos tuvieron la suerte de tener unos padres que los valoraban, pero de no ser así, están dispuestos a educar de la mejor manera, buscan su formación constante como seres humanos, como pareja, como padres de familia y como formadores en valores y ética.

Muchos padres tienen conciencia de esto: no existe nadie perfecto y todos podemos caer en algún tipo de error pero somos capaces de admitirlo y crecer en familia, con su familia y para su familia.

Cuando papá educa de Cristina H. de Canavati.
http://es.catholic.net/familiayvida/158/287/articulo.php?id=2315

MEDIOS UTILES PARA LA FORMACION.

TELEVISION.

Ha llegado a ser una realidad cotidiana en casi todos los hogares. Su poder de penetración ha sido enorme y debemos saber descubrir lo positivo y lo negativo para utilizarla eficazmente.

VENTAJAS:
* Medio de información que nos pone en contacto con el mundo.
*Permite establecer un juicio crítico en un mundo globalizado.
*Amplía su visión de lo aprendido en la escuela.
*Desarrolla en los niños intereses varios, enriquece su vocabulario.
*Despierta su curiosidad por mayores conocimientos que puede ser complementada con libros.
*Proporciona diversión familiar y convivencia que favorece un intercambio de ideas u opiniones para aclarar criterios a partir de un contenido o mensaje.

DESVENTAJAS:
*Crea adicción (basta ver el boom de las telenovelas infantiles).
*El contenido puede ser lo opuesto que queremos trasmitir, incluso en los anuncios que pasan en medio de programas infantiles ( anuncios de telenovelas nocturnas, películas violentas o cargadas de sexo).
*Favorece la pasividad ya que el niño es un receptor para quien todo lo demás le aburre pues no sabe crear sus propios juegos.
*No d a espacio para la reflexión o asimilación por las imágenes tan rápidas.
*Falta de convivencia, cuando cada uno ve en su propia televisión su programa.
Despierta consumismo (cuántas veces cambiaron la carta a Santa con cada anuncio nuevo de juguetes novedosos).

De nosotros depende influir favorablemente para que los mensajes sean los que queremos.

Mi amiga la tele Raul Martínez Caso.
http://es.catholic.net/familiayvida/158/287/articulo.php?id=24815
27 Consejos para ver televisiónEduardo R. Cattaneo.
http://es.catholic.net/familiayvida/158/287/articulo.php?id=7306

LECTURA.

El hábito de la lectura depende de la actitud propia de los padres.
¿Tus hijos te ven leyendo?
¿Vas con ellos a las librerías?
Si aprovechamos su curiosidad y les “regalamos” este hábito, de por vida lo agradecerán.
“Dime sobre cuántos libros estás parado, y te diré cuál es tu perspectiva del mundo”.
Va más allá del desarrollo del lenguaje, del vocabulario pues llega a las esferas de la creatividad, de la imaginación.
Los libros informan, forman y entretienen.
El ejemplo es lo primordial, acercarlos a los libros. Pero sobretodo, platicar con ellos sobre sus lecturas.

Selección de libros recomendados de Adolfo Torrecilla http://es.catholic.net/familiayvida/157/322/articulo.php?id=18166
Selección de libros infantiles y juveniles sobre NavidadLuis Daniel González
http://es.catholic.net/familiayvida/157/322/articulo.php?id=20999
Del escritorio de Guillermo Urbizu Reseñas y recomendaciones de lecturas y poesía
http://www.guillermourbizu.com/

DINERO.

Cuántas veces nos olvidamos educar en este sentido, y qué difícil que lo aprendan a administrar si no les damos oportunidad.
Debemos ubicarlo como un medio, no como un fin en sí mismo.
El equilibrio es especialmente urgente en este momento, cuando nuestra sociedad es claramente de consumo y de publicidad, directamente dirigida a niños y adolescentes; los presiona haciéndoles muy difícil ceder a la tentación y creándoles una preocupación excesiva por satisfacer todos sus deseos y caprichos, no paran hasta conseguirlos, pues desconocen el auténtico valor del dinero.
Podemos asignarles una cantidad y que de ahí saquen para sus gastos que irán razonando de acuerdo a sus necesidades, no sus caprichos.
Puede ayudar que conozcan el presupuesto familiar, de acuerdo a su edad (gastos, ahorros y prioridad). Esto los ubica, los hace cuidar más sus cosas, entender que el dinero no sale del cajero, que cuando se paga con tarjeta, no es gratis, etc.

El papel de los padres en la educación del uso del dinero es:
1. Como siempre y en primer lugar, dar ejemplo.
2. Evitar discusiones económicas frente a los hijos
3. Saber administrar sin gastos inútiles. Por ejemplo, queremos hacerles la fiesta infantil “de sus sueños” (o de los nuestros) cada año. El próximo ¿con qué lo voy a sorprender?
4. Enseñar a soportar las restricciones que se tengan que hacer en cuanto a lo superfluo.
5. Fomentar el sentido del ahorro, sin caer en la avaricia.
6. Valorar los recursos que tenemos, aprovechándolos al máximo, sin desperdiciar.
7. Valorar a las personas por lo que son, no por lo que tienen.
8. Vivir sobria y dignamente de acuerdo al nivel que nos corresponde.
9. Utilizar el dinero para mis propias aspiraciones personales y para ayudar a los demás.
10. Dar pequeños encargos en labores extras.
11. Fomentarles esos pequeños negocios que se les ocurren.
12. Dar la oportunidad de participar en obras sociales.

EL TIEMPO.

Educar en el aprovechamiento del tiempo, es educarlos para la vida.
Qué importante es su uso para nuestra vida. Si no lo planeas, se desaprovecha.
Siempre debe haber un tiempo para estar con la familia, que está determinado, en gran medida, por la voluntad que se ponga en conseguirlo. Todo depende de la organización que se haga (horario personal).
El empleo del tiempo en la familia es una responsabilidad que pesa sobre los padres, quienes proporcionan actividades y orientan, evitando la ociosidad, el aburrimiento o el desperdicio del tiempo
El uso del tiempo libre es la única oportunidad para que desarrollen los demás aspectos de su personalidad.

¿Cómo lograrlo en todas sus actividades? · Escolares: cumpliendo con los horarios de la escuela, llegando a tiempo y durmiendo temprano para lograrlo.
· Familiares: Tiempo para la vida en familia, trato y ayuda personal, convivir.
· Vitales: Tiempo para descansar, reposar, reponer la energía perdida.
· Recreativas: Jugar, realizar sus aficiones preferidas, hacer deporte, estar en contacto con la naturaleza, viajar, conocer, visitar lugares.
· Culturales y artísticas: Desarrollar la imaginación y la inventiva, la sensibilidad, el gusto por la música y por las artes.
· Sociales: Visitar a la familia o a sus amigos, invitarlos. Participar en alguna obra social.
· Espirituales: Fomentar su amistad con Dios, rezar, formarse, llenar su vida y darle un sentido trascendental.

El uso del tiempo varía de una familia a otra. Es importante preverlo y organizar nuestras actividades.

La educación es un arte y, cada día, ese arte se ejercita y se perfecciona a través de mil situaciones que con el paso de los años, habrán sido los cimientos en la vida de los hijos y se convertirán en los mejores recuerdos para atesorar.

RECURRIR A LA AYUDA DE DIOS

El conjunto de sugerencias ofrecidas hasta el momento estarían incompletas si no dejáramos constancia de este «último» y fundamentalísimo precepto, que debe acompañar a todos y cada uno de los precedentes.

Educar procede de e-ducere, ex-traer, hacer surgir. El agente principal e insustituible es siempre el propio niño. De una manera todavía más profunda, Dios, en el ámbito natural o por medio de su gracia, interviene en lo más íntimo de la persona de nuestros hijos, haciendo posible su perfeccionamiento.

Ningún hijo es «propiedad» de los padres; se pertenece a sí mismo y, en última instancia, a Dios. Por tanto, y como apuntaba, no tenemos ningún derecho a hacerlos a «nuestra imagen y semejanza». Nuestra tarea consiste en «desaparecer» en beneficio del ser querido, poniéndonos plenamente a su servicio para que puedan alcanzar la plenitud que a cada uno le corresponde: ¡la suya!, única e irrepetible.

Por consiguiente, el padre o la madre, los demás parientes, los maestros y profesores… pueden considerarse colaboradores de Dios en el crecimiento humano y espiritual del chico; pero es este el auténtico protagonista de tal mejora.

A los padres en concreto, en virtud del sacramento del matrimonio, se les ofrece una gracia particular para asumir tan importante tarea. Por todo ello es muy conveniente que, sobre todo pero no sólo en momentos de especial dificultad, invoquen la ayuda y el consejo de Dios… y que sepan abandonarse en Él cuando parece que sus esfuerzos no dan los resultados deseados o que el chico —en la adolescencia, pongo por caso— enrumba caminos que nos hacen sufrir.

Además, no debe olvidarse del gran servicio gratuito del Ángel Custodio, a quien el propio Dios ha querido encargar el cuidado de nuestros hijos. Y recordar también que la Virgen continúa desde el cielo desplegando su acción materna, de guía y de intercesión.

Enseñarles a tener todo esto en cuenta puede constituir la herencia más valiosa que, en el conjunto íntegro de la educación, leguen los padres a sus hijos.

Tomás Melendo Granados
Catedrático de Filosofía (Metafísica)
Director de los Estudios Universitarios sobre la Familia
Universidad de Málaga www.masterenfamilias.com


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